La guerra de maniobras es una táctica de guerra que se centra en atrapar al enemigo por sorpresa, por lo que es imposible organizar una defensa o buscar refuerzos. La táctica de guerra de maniobras ha sido utilizada a lo largo de la historia. La táctica de guerra contrasta con la táctica de desgaste mucho más antigua en la que se ganaban guerras según el ejército que sufriera las menores pérdidas. El factor principal que dicta el éxito o el fracaso de la táctica es la disponibilidad de inteligencia creíble. En la implementación tradicional de la táctica de guerra, los espías jugaron un papel integral, pero en el entorno moderno, la tecnología ha asumido el papel del espía, con información sensible que se rastrea utilizando la tecnología. Cuando se implementa de manera efectiva, la guerra de maniobras puede traer la victoria a un pequeño ejército que lucha contra un enemigo más fuerte.
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La estrategia de guerra se remonta a los comienzos de la civilización humana y casualmente, con el origen de la guerra misma. La estrategia tradicional empleada durante las batallas prehistóricas fue la guerra de desgaste donde la velocidad de los ejércitos que marchaban dictaba la victoria, la guerra de maniobras comenzó en serio después de la domesticación del caballo y más tarde, la construcción de los primeros carros. Estos dos hitos prehistóricos dieron a luz a una nueva forma de involucrarse en la guerra; caballería que empleó velocidad para atrapar a los ejércitos enemigos con la guardia baja. Hubo varios casos documentados cuando la táctica de guerra de maniobra fue empleada por algunos de los generales de guerra más conocidos de la historia con gran éxito.
Aplicación histórica
El general islámico del siglo XIV, Khalid ibn al-Walid, es recordado con cariño por su sorprendente victoria contra el ejército bizantino más fuerte, en 7 AD. El ejército bizantino había capturado el sur de Siria de las fuerzas islámicas y se mantenía vigilante en todos los puntos estratégicos de entrada a la región, excepto el desierto sirio. Khalid sabía que los bizantinos no podían esperar una invasión del desierto y empleó la táctica de maniobra para atrapar al ejército bizantino por sorpresa, lo que resultó en una victoria contundente. Napoleón I también era conocido por usar con éxito la táctica militar para ganar batallas contra oponentes más poderosos. La fuente del éxito de Napoleón se ve en su ingenio militar, donde se centró más en mover ejércitos a gran velocidad hacia el campo de batalla. El general no solo se basó en su caballería sino también en una infantería rápida. En aplicación, la táctica consistía en atacar a los ejércitos enemigos a gran velocidad, para que no tuvieran tiempo para organizarse o buscar refuerzos. Utilizando la táctica de guerra de maniobras, Napoleón I tuvo numerosas campañas militares exitosas en toda Europa contra ejércitos más fuertes y más grandes. El general francés fue de hecho tan exitoso incluso contra ejércitos superiores, que muchos pensaron que era invencible.